—¿Cuántos humanos tenés?
—Cuatro, ¿y vos?
—Treinta y siete.
—¡Mentiroso! Ningún perro tiene tantos humanos.
—No soy un perro. Soy un invasor del planeta Dogui, el quinto de Sirio, en el Can Mayor.
Kini miró al extraterrestre con su dulce mirada de perro casero y atorrante. El extraterrestre se enterneció de inmediato y bajó la guardia. Fue todo lo que Kini necesitaba: le saltó al cuello y le destrozó la yugular (o lo que en ese lugar del cuerpo tengan los extraterrestres que parecen perros), salvando a la Tierra de la invasión. Sin embargo, rechazó todos los honores conferidos por el nuevo gobierno mundial, incluso una costosa cirugía —sin cargo— que podría haberlo convertido en casi humano. Y me sigue acompañando todos los días al supermercado con la suficiencia del que conoce la importancia de cuidarme de los peligros llegados del espacio profundo.
1 comentario:
Lo vengo diciendo desde hace rato, me pasa con el gato, me parece que quiere decirme a cada rato cuántos extraterrestres envió al buche en forma de albóndigas de alimento balanceado y no le doy bolilla... Tal vez deba dejar de comprar ese alimento...
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