martes, 19 de mayo de 2009

Olimpiadas - Javier López


En un Estadio Olímpico completamente lleno de público, la final de los 100 metros lisos siempre resulta el momento cumbre de los Juegos.
Los corredores ya están en sus marcas, esperando reaccionar al disparo de salida con la mayor celeridad posible. Pero cuando al fin suena, todo el estadio queda enmudecido: en la pista ha irrumpido un demente armado, dirigiéndose hacia el juez encargado del pistoletazo, y éste ha caído fulminado. El agresor, al ver que los atletas intentan detenerlo, echa a correr tan rápido que consigue atravesar la línea de meta antes que todos ellos.
Atrapado más tarde, juzgado y condenado, aún cumple sentencia. En estos años se ha dedicado por completo a los estudios de Derecho. Y ahora que se licenció, pedirá la revisión de su causa, pues tiene al fin los argumentos jurídicos para reclamar la medalla al Comité.

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