La Guerra Divina continuaba. Hahaiah estaba buscando a Dios en todos los lugares Santos del Universo. Bien sabía que era ÉL quién se comunicaba con ellos, y aún más, sólo los Serafines tenían permitido hablar con Dios. Pero Hahaiah estaba seguro que ante la situación actual, el Omnipresente lo escucharía y haría algo. Estaba ya a 300 mil pársec de distancia del templo perpetuo de Yamalanam y distinguía las caravanas de los peregrinos, cuando se sintió atravesado por un nulificador. Era Abigor. –Iluso ángel menor del Coro de Sat`Manel, no sabes que Dios ya no escucha- le dijo mientras lo desaparecía del mundo espiritual. Pero el pobre ángel solo obedecía a su carisma: buscar refugio en ese Padre que, incomprensiblemente, infinitamente, inexplicablemente había desaparecido del Universo...
Foto: Héctor Ranea
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