El bar “Sin Final”, como todos los bares, tuvo que empezar alguna vez. Y fue a la vera del mismo camino, al que llamaban “Sin final” los lugareños, pues nadie sabía hasta dónde llegaba. Nadie podría imaginar, aquella noche de ginebra y cañita libre, que la falta de final se refería al tiempo. Y ahí está.
Héctor Ranea
6 comentarios:
Tiempo y espacio, don Ogui. Escribimos sobre eso. Y a medida que nos vamos poniendo grandes, peor... Logró mucho con poco.
Gracias! Estimo que ese bar será escenario de grandes cosas... pero no sé si sabré narrarlas bien!
Fijate la coincidencia de tu comentario con el que acabo de hacer en "El cuento perdido" a propósito de lo que escribió Esteban.
Ayuda!
Empecé a leer el cuento y ahora no sé dónde termina. ¿Tendré que seguir leyéndolo hasta la eternidad?
En este bar, Javier, si todo sale según lo previsto, al menos no tendremos que hacer siempre lo mismo. Es una idea...
ojo que es cierto: yo cuando comienzo a chupar el tiempo-espacio de Einstein se va al carajo...
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