—Aquí Once. Estamos a todo trapo. Podemos entrar en acción en siete ciclos.
—Perfecto, Once. Ya esparcimos podredumbre en las urbes más populosas del planeta. Cuando Nueve esté en condiciones de soltar sus recursos el enemigo entrará en pánico, las comunicaciones colapsarán y empezarán a matarse unos a otros.
—Aquí Quince. ¿Tiempo estimado de la operación?
—Trescientas unidades. Los efectos del recurso de Siete alcanzarán su clímax al promediar el cuarto ciclo. En ese punto ellos serán altamente vulnerables al recurso de Trece.
—Aquí Nueve. ¿Está demostrada la eficacia de ese recurso? Los tóxicos liberados por el enemigo han producido una mutación imprevista.
—Más que probada. El efecto se ha potenciado. Esta vez los humanos se las van a ver en figurillas para nombrar una enfermedad que es un cóctel de peste bubónica, viruela, cólera, conjuntivitis, hemorroides, escorbuto, psoriasis y sífilis.
5 comentarios:
La pesadilla de los periodistas! La sonambulez de los sabios de ocasión. He aquí la bota que les apretará hasta hacerlos reventar... jeje! Qué buena idea mezclar cólera con hemorroides! Crítica social, literatura de anticipación, ciencia ficción. Todo en menos de 149 palabras. Un relicario de frescura...
Bastará con la donación de cubrebocas de la flota galáctica vecina?
Si las epidemias las produjera la mente de un escritor, no habría laboratorio capaz de hacerles frente.
Muy gracioso, Sergio, me gusta. Je, seguro que once, trece y compañía tienen un laboratorio en el que fabrican antivirales. Pero claro, no es un cuento realista.
Gracias a todos por los comentarios. En este momento tenemos una tremenda epidemia de viento. La ciudad de Neuquén no se ve. Todo está cubierto por una nube gris amarronada. La pregunta es: ¿debemos celebrar que el viento barre los virus?
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