Sonia tenía Sida cuando murió, pero no lo sabía. Su moto se estrelló a la salida de una curva en la Ruta 43, cerca de la entrada a El Pluma, una madrugada de septiembre. Había atravesado la meseta desde Bajo Caracoles y tenía previsto, como final de la jornada, llegar hasta el Bosque de Las Heras. Ahí, un coleccionista le había ofertado una frutilla y dos pares de mariposas petrificadas, proveniente de ese Bosque. Sonia sabía que esos elementos eran falsos, pero aún así quería tenerlos en su colección de rarezas, como el pedazo de viento congelado de Punta Loyola o la mano disecada de un gambusino muerto en Dungeness. Su cadáver quedó sin descubrir hasta tres inviernos después, cuando una máquina vial lo encontró sin señas de putrefacción. No se sabe nada de su amante.
2 comentarios:
Raro, sugestivo, extraño. Mano disecada, cadáver intacto, mariposa petrificada... Algo tipo conservas siniestras mientras se camina y se muere.
Gracias Elsa. Todo un honor!
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