Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu. Pero le bastó con mirar a su alrededor para determinar qué era realidad y qué ficción: el dinosaurio todavía estaba allí, probándose los zapatitos de bebé con poco uso que le había comprado a Hemingway. Y, por supuesto, no le calzaban.
JUEGOS FLORALES 2024
Hace 2 meses
4 comentarios:
Guaaauuu...fusilar a Chuang Tzu, al dinosaurio y a los zapatos de bebé sin usar en el mismo "pelotón"...¡Qué agallas! Me ha gustado mucho este mini metaficcional. Nos leemos, M.
Genio, Vel Hartman.
Gracias, gracias. Sólo por modestia no diré que este cuento está destinado a ser ovacionado por los más exigentes lectores microficcioneros y antologado por las mayores autoridades en la materia, incluyendo a Zavala, Rojo, Langesman y los fantasmas de Chuang Tzu, Monterroso y Hemingway... ¡Eh, que no es para tanto! ¡No me fusilen a tomatazos! ¡Era un chiste!
Es una perfección rayana en los dibujos de la mariposa de Chuang Tzu! Chapeau!
Publicar un comentario