AJUSTE DE CUENTAS
Sergio Gaut vel Hartman
Los primeros casos, aunque llamaron la atención porque no es habitual que un sujeto muera a causa de un estallido encefálico, fueron lo suficientemente aislados y esporádicos como para producir conmoción, pero no pánico. Luego, cuando se hicieron más frecuentes, los investigadores pusieron a trabajar sus computadoras y no se tardó en descubrir que los que morían de esa manera espantosa eran japoneses, noruegos, islandeses, rusos y norteamericanos. Y la cosa no quedó ahí: todos los occisos trabajaban o habían trabajado en barcos balleneros. Por ese motivo no sorprendió el mensaje telepático recibido mientras las compañías armadoras estaban tratando de reclutar tripulantes entre los marinos mercantes y efectivos de las fuerzas navales.
—Somos selectivos —dijeron los cetáceos—; sólo actuamos en legítima defensa.
2 comentarios:
¡Bravo, aguanten las ballenas! ¡Ya era hora de que tomaran alguna medida como esa!
Muito bom! Se assim fosse...
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