EN EL JARDÍN DE LAS HÉSPERIDES
Olga A. de Linares
Ya nada es sagrado. Ni la mitología.
Porque ahora, por más que Hércules jure que lo hizo por obligación, en el ambiente corren rumores cuestionando su virilidad.
Nadie termina de creer que eso de vestirse de mujer, y ocuparse de tareas domésticas propias del género, haya sido un verdadero castigo para él.
“¡Otro que salió del placard!”, dicen las malas lenguas con olímpica maledicencia.
Como bien saben, nuestro chico ha terminado casándose con Ónfale. ¡No se puede negar que el nombre se presta a permutaciones y suspicacias!
Además, es vox populi que la doña lo trata como a un esclavo, y que ella es la que lleva los pantalones, perdón, quise decir la piel de león ¡y hasta el garrote!
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