Yupi, aprovechando la ausencia del profesor Sergio, voy a escribir un cuento para químicamente impuro de las palabras que a mí se me dé la regalada gana: podré detallar los rasgos de los personajes, hacer más explícitas las historias, describir mejor los ambientes... ¡Ja ja ja ja! Incluso me daré el lujo de escribir palabras a lo tonto: pastillita, paparulo, salamandra, contubernio, raquitismo, fiolo, comemierdas, bibliotecas, batilana, marcianitos, zaino, brújula, otario, lacandones...
—¿Qué haces aquí? —exclama el profesor Sergio abriendo sorpresivamente la puerta—. ¿Quién te dejó entrar a mi oficina? ¡Largo!
—No —balbucea David—: no, ep, déjeme explicarle, sólo estaba tratando... ¿ciento treinta palabras tienen que ser? ¿Ni una solita más? Usted no me irá a cortar los dedos si yo...
8 comentarios:
No hay nada que hacer... ¡hay que ponerle el cascabel a este gato! ¿Quién se anima?
¿Qué estás sugiriendo, Olga? Mirá que el gato del cuento vengo a ser yo, o la ficcionalización de yo, o de mí, o la representación de la imagen idealizada que Gonzalo Dávila, desde México y sin conocerme, ha construido acerca de mí. Todo muy chistoso, pero espero que no se pase de rosca... Mi sentido del humor es amplio, pero no infinito.
Sergio.
¿Y lo de que cortás los dedos es cierto?
Cortar dedos viene a ser la versión "soft".
Sergio.
Entonces espero que las represalias sean solo por la extensión y no por la calidad de los relatos.
Jefe, claro que me dí cuenta de quién estaba detrás del gato. Pero sigo creyendo en que vuestro sentido del humor, Señor, sí es infinito. (Como "errare humanum est", por las dudas, me robé unos guanteletes de armadura medieval del Museo de Nosedónde... y los dedos... ¡no los expongo!)
Gonzalo es un confianzudo. Yo tengo mucho sentido del humor, pero creo que sus textos están cerca del límite de lo tolerable. Como ven le sigo publicando sus microrrelatos, pero espero que pare un poco la mano. No todos los que leen esto son personas de mi círculo de amigos, que vienen a las tertulias o mantienen contacto conmigo. Hay gente que no me conoce y puede pensar cosas un pelín equivocadas. Hay bromas y bromas, chistes y chistes.
Sergio.
No sé quién está detrás de estos cuentos, pero tiene la mente muy retorcida....
¡Al paredón! digo yo.
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