ELLA
Ricardo Manuel Ganso
Gustavo se despertó con tiempo apenas suficiente. Ahora bosteza sentado en la cama, como exhalando el fastidio. Se pone de pie y camina descalzo hasta la ventana. Corre las cortinas y entonces la ve. Allí está ella, en la vereda de enfrente, en el mismo lugar de siempre, imperturbable. Parece mirarlo con esos ojos casi negros, casi cuadrados. Durante el verano, Gustavo ha podido soslayarla y pasar de largo con una sonrisita socarrona en sus labios. Pero hoy no, hoy no podrá. La sonrisa socarrona hoy será de ella, que tendrá la satisfacción adicional de reír última. Tres meses aguantó paciente los desplantes y hoy es su día. Hoy, ella —la escuela— abrirá sus puertas como una boca cuadrada y golosa, y Gustavito entrará resignado, porque hoy empiezan las clases de 1969.
Ilustración: M.C.Escher
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