AUSENCIA DE TODO RIESGO
Jorge Martín
—Alguien no durmió muy bien anoche —me dijo el espejo. Aunque una barbaridad me subió a la garganta, me callé, teniendo en cuenta quien tenía delante.
Ese sujeto que me juzga impunemente no respeta mis esfuerzos, descalificando los pequeños rituales como inútiles: lavar la vereda, mantener la basura en los canastos cuidadosamente embolsada y a salvo, repensar cada mañana una escala de valores, si primero abrir las persianas o preparar el café. Dar un paso de más me ofrecía un respiro entre banco y banco, levantarlos sin forzar la cintura para lustrar el piso al menos una vez a la semana. Tenía rituales de larga, media y corta distancia.
Decidí contestar con una evasiva para no empezar la jornada con un entredicho
—Buen día.
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