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Héctor Ranea
El antepenúltimo Duque Medici bostezó poco cortés mientras Galilei disertaba sobre la naturaleza de la Luna. El viejo se dirigía a los comensales, todos de familias ilustres de Florencia y miembros de la Iglesia. La Luna, decía, está llena de hoyos y montañas de tamaños inconcebibles. No es transparente sino sólida como la piedra. A todo esto, los cardenales se persignaban asustados. Ciertas cortesanas rieron en modo procaz para llamar la atención hacia ellas. Galilei se sirvió vino derramándolo sobre el jubón del Duque. Pidió que los presentes brindaran por las montañas de la Luna. La mirada de un cardenal al obispo despertó el interés de mi señor Medici. Galilei se ahogaba en su vaso de Chianti.
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