CIEN AÑOS
José Luis Zárate
Nadie ignoraba la desastrosa historia del príncipe con sus mujeres. El intento de asesinato de la infiel consorte, y la triste decapitación (la seguía amando).
Todos comprendieron por qué se lanzó a buscar a una princesa dormida cien años. Lo sorprendente fue que la encontrara, la trajera al reino, la desposara, que luciera feliz, que al fin hubiera encontrado a quien amar de forma tan absoluta.
El pueblo gustaba de verlos cuando salían a pasear en la palestra real, rodeados de cojines y sirvientes. Ella resplandecía (más ahora, embarazada) y él era feliz.
¿Qué más se puede pedir a un cuento de hadas?
Que el príncipe nunca se molestara en despertarla, era un detalle insignificante.
3 comentarios:
Me gustó, José Luis, esta fórmula para la eterna felicidad.
Olga.
¿No te da un poco de miedito que por un comentario como ese se te vengan encima las feministas?
Sergio.
Bueno, yo me considero feminista, y bien puedo leer el cuento desde esa óptica: el señor ése no se anima a lidiar con una mujer que no esté dormida, el muy gallina. Jé.
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