CORAZÓN
Sergio Gaut vel Hartman
—¡Doctor, por favor, deténgase! —Ojos rojos, miembros entumecidos, cuerpo exhausto. No obstante, el doctor Hitchcock, el mayor cardiólogo viviente, sonríe.
—No me ocurre nada, Perla; pasará. Pero la satisfacción que brinda ponerle punto final a una obra maestra no tiene precio. ¡Mi legado literario! La síntesis perfecta entre mi ciencia y mi arte. Léalo, por favor. —Perla toma el manuscrito. Se sorprende por la ligereza del volumen. Luego, cuando recorre esas pocas líneas, una mueca contorsiona sus agrias y toscas facciones.
—Barriga llena —lee—, corazón contento. Ojos que no ven, corazón que no siente. El corazón tiene razones que la razón no conoce. A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa. Jamás se penetra por la fuerza en un corazón...
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