EL SAPO Y EL ESCORPIÓN
Olga A. de Linares
—¿Qué has hecho? ¡Ahora moriremos ambos! —exclama el escorpión.
—Lo sé —murmura el sapo, mientras el ardor del veneno le recorre el cuerpo, un instante después de que su mordisco provocara el aguijonazo fatal.
Agonizante, recuerda cuando el peligroso animal le había suplicado ayuda para cruzar el río. Sólo accedió porque conocía su naturaleza.
¡Él era la respuesta a sus plegarias!
Lamentablemente, ya casi concluido el viaje, fue necesario admitir que el maldito bicho estaba reformado, y hubo que forzar un poco las cosas.
A su edad, lejanos ya sus tiempos de gloria, su potente voz perdida, sin amor, solo... ¿qué mejor modo de suicidarse?
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