EXCLUSIVIDAD
Olga A. de Linares
—¡Abra el pico, por favor! —exclamó el Zorro
—Lo siento, mi contrato me lo impide —dijo el Cuervo, mientras una golondrina le lustraba el pico, otra lo rociaba con spray de reflejos para plumas y una tercera le hacía la paticura.
—¡No sea así, un versito, al menos! —insistió el Zorro
—¡Usted no conoce a E.A! ¡Es de terror, le juro! ¡Capaz de desplumarme si se entera de que anduve recitándolo en escritos que no sean los suyos!
El Zorro se fue arrastrando la cola, mientras unas palomas que esperaban ver al ídolo yanki arrullaban a pluma en cuello:
“¡Crow Nevermore! ¡Crow Nevermore! ¡Forever more!”
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