MONTESOR
Liliana Savoia
Nada es más bello que el falso atardecer de Montesor. Una vez por mes, durante quince minutos, una bruma púrpura invade el mediodía y casi pueden palparse las sombras presintiendo la espesura que anuncia su llegada.
Antón, cerca del espejo, como un animal quemándose en deseo, con la imagen de ella guardada sin tiempo, espera el instante del resplandor de bronce para esconder allí su recuerdo. Quince minutos robados a la vida cada mes. Quince minutos para hacer realidad su evocación.
Sus largas sombras serán piel en el horizonte y finalmente, volverán de esa nube rojiza y palparán sus labios cuando el espejo sólo devuelva una imagen. El pueblo calla, muy pronto estarán juntos nuevamente.
1 comentario:
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