REFLEXIÓN SOBRE LA CARESTÍA DE LA ESCRITURA
Joao Ventura
Necesitaba de unas palabras para acabar el cuento. Fui al mercado. ¡El gobierno debería meter mano en esto! ¡Todo carísimo! Sustantivos, adjetivos… ¡un robo! ¿Y los verbos? Pasados, presentes, en fin, pero ¡los futuros!
—Sabe, los futuros están muy inciertos —se justificó, profesional, el vendedor—. ¿Se lo envuelvo?
—No, gracias, es para escribir ya.
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