APOCALIPSIS, EL RETRASADO
José Vicente Ortuño
El día del Armagedón, el Cordero degollado, con siete cuernos y siete ojos, rompió los siete sellos. Los ciento cuarenta y cuatro mil elegidos fueron llamados y acudieron felices a tan esperada cita. Siete ángeles hicieron sonar sus trompetas celestiales a pleno pulmón hasta acabar exhaustos. Y la Ira Divina derramó sobre la Tierra miles de terribles plagas, que acabaron con todo bicho viviente.
Sin embargo, Benito Peláez, que siempre llegaba tarde a todas partes, para no variar también lo hizo al Apocalipsis. Así fue como, además de perderse el espectáculo, se quedó solo sobre la Tierra. Pero lo peor fue que al día siguiente le tocó limpiar los desperdicios de la “fiesta”.
1 comentario:
Y, ahora que está sólo podría consegirse un reloj, ¿no?
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