BOTÍN
Aymer Waldir Zuluaga Miranda
El astuto trampero engaña su presa que, aunque atrapada, no quiere rendirse. Sintiéndolo aun batir, nobleza obliga y en un acto magnánimo el cazador decide liberar al capturado. “Sabe que lo cogí, sé que lo cogí, no es necesario entonces matarlo ni comerlo”. Abre su mano entonces y deja ir de nuevo al molesto insecto.
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