—A mí me pintó Degas…
—Y a mí, Lautrec..
—Yo soy más graciosa,
—Yo soy más ardiente…
—¡Soy la más hermosa!
—¡Soy la más ferviente!
—No sabes el “pas fleuret” ni el “pas menu”
—Ni tú el “can can” o el “charleston”…
—Veamos quién es superior…
—Arístides hará un buen juez…
—Con Arlequín es mejor…
—Será esta noche a las diez…
Al oscurecer, bajaron las figuras de los cuadros que se volvieron telas desteñidas. Pero ganó el concurso la calavera con su erótica danza macabra. Las bailarinas, desencantadas y desilusionadas, no regresaron jamás a su lugar y siguen bailando en teatros y cabarets.
Sobre la autora: Adriana Alarco de Zadra
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