CARTA AL JUEZ
Pere Calders
Distinguido señor:
Llevo hasta las últimas consecuencias el precepto de amar al prójimo como a mí mismo y ahora, cuando he decidido suicidarme debido a malas transacciones y a desengaños amorosos, acabo de matar a un vecino del mismo rellaño, segundo piso tercera puerta, con perdigonada de escopeta de dos cañones disparados a la vez. Gracias a esta fidelísima interpretación de mi afecto a nuestros semejantes, nadie me podrá echar en cara que ya me pueden decir misas...
De
Invasió subtil i altres contes.
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