El menor tenía el don de curar por la fe y sus manos sanaban, como por milagro, las heridas más graves. El mayor tenía fuerza sobrehumana en los puños, que empleaba para darle clientes a su hermano.
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Excelente paradoja: un sistema que se retroalimenta a sí mismo...
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Excelente paradoja: un sistema que se retroalimenta a sí mismo...
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