EL TIRO POR LA CULATA
José Manuel Ruiz Regil
Tomó el arma con la que había sido herido en la pierna; la que el maleante tiró en un charco, para huir ligero. Con las pocas fuerzas que le quedaban, apretó el gatillo en la dirección de aquella sombra que se achicaba, conforme el callejón se hacía lejano. Desde su posición, tumbado en el piso, atinó en el centro. La sombra cayó.
Más tarde levantaron el cuerpo y al herido. Mientras el uno iba al foso; el otro, al calabozo, acusado de homicidio.
—¡Pero, si fue en defensa propia! —alegó.
—No, fue en venganza ajena —corrigió el jurado.
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