EN LA RIBERA DE LA NOCHE PLUTÓNICA
Ronald R. Delgado C.
Una vez —escribió Edgar—, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido…
—¡Nunca más! —gritó el cuervo.
—¡Cállate! —espetó el escritor, ofuscado. Tras recobrar la calma, prosiguió su trabajo: oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran…
—¡Nunca más! —insistió el ave.
—¡Basta! —gruñó Edgar, y se abalanzó sobre el oscuro cuervo.
El ágil animal, con un par de aleteos, se libró de la arremetida y voló tranquilo hasta el busto de Palas sobre el dintel de la puerta.
—¡Nunca más! —exclamó de nuevo, burlón.
Derrotado, el escritor hundió el mentón en el pecho y pensó: ¡Maldito el día que Leonora me pidió cuidar de su parlanchina mascota!
2 comentarios:
Todo puede desacralizarse, incluso un cuervo trágico. ¡Bienvenido, siempre, el humor!
Je je je... Muy bueno. La historia vista desde otro ángulo :-)
No sé por qué, pero además de la obra de Poe, siempre que leo el cuervo me viene la imagen de Homero Simpson :-)
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