GRAMARTICA
Jorge Enrique Escalona
Su pubis cuidadosamente rasurado formaba la inicial de su nombre. Esa ocasión la tomé al pie de la letra. En cada O alargada de su cuerpo coloqué un tilde. En ese instante éramos un diptongo, dos vocales unidas, inseparables. Sobre nuestros cuerpos cayeron miles de adjetivos y pronombres, vestidos de interrogantes y exclamaciones. Esa vez le di mi palabra, nunca me la devolvió… me dejó sin verbo, en silencio, sin letras para terminar este texto.
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