LA BALSA DEL TIEMPO
Javier Pérez
Acaso suceda en el mundo como en aquel barco en que viajaban siete marineros, jóvenes y vigorosos, y un anciano decrépito y achacoso al que todos debían cuidar, lavar y dar de comer.
El viejo era una continua molestia y todos se quejaban de tener que ayudarle a cada paso, de sus achaques, de su mal humor constante.
Un día el viejo murió y lo tiraron por la borda casi con alegría: iban cortos de agua, escasos de provisiones y faltos de fuerza para remar. Todo lo que fuera restar peso era una buena noticia.
—Ahora iremos más rápido —dijo un marinero, después de la breve ceremonia.
—Diablos, sí, ¿pero a dónde? —respondió el capitán cayendo en la cuenta de que sólo el abuelo lo sabía.
1 comentario:
Muy bueno, Javier. Y ni falta hace comentar, creo, cuánto de metafórico tiene tu cuento ¿verdad?
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