MERCURIO
Héctor Ranea
Es cierto. Las rutas hierven, las rutas de piedra, digo. El aire es sutil, diría Dante, pero no nos falta. Y del lado de la noche un delicioso frescor lo congela, al aire, digo. Lo que más me place, dijo el recién llegado, son los mediodías. Como tenemos tres por día podemos elegir varias comidas. Y no puede usted ni comparar la vista del Sol en algunos breves días. Una vez ahí comprenderá lo que le digo. Apenas me subió a su extraña navecita comencé a sentir mucho calor. Y en verdad les digo: inyectado el refrigerante y salvo algún mareo momentáneo, pude gozar de un desayuno en Mercurio. Ojalá me hubiese visto Capote. Truman Capote, digo.
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