viernes, 18 de julio de 2008

No hay segundas oportunidades - Jorge De Abreu


En alguna parte Howard Carter murió de un linfoma en 1939. Ahora eso ya no le importaba en lo absoluto, ni siquiera dudaba del hecho de que estaba vivo y respiraba. La excavación en el yacimiento helénico había sido un éxito y el cofre tallado reposaba sobre la mesa de trabajo. Pasó su mano temblorosa sobre la superficie labrada y sus labios musitaron palabras inaudibles. Parpadeó repetidas veces presa de la excitación y realizó las últimas anotaciones en su cuaderno de campo. Las fotografías de rigor ya habían sido tomadas, así que procedió a romper el sello.
En su nueva vida Howard Carter abrió la caja de Pandora. Su desencanto fue infinito y no pudo evitar recordar a Tutankamón.
La caja estaba vacía.

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