domingo, 20 de julio de 2008

Olvido - Héctor Ranea


OLVIDO
Héctor Ranea

Ahora empieza la parte para la que fui equipado. Para toda otra he sido un fardo, una nulidad. Ella toma mi cabeza y la corta de un solo golpe mientras la penetro. La sensación de no tener más frenos para gozar es inenarrable. Copulo con más ahínco. Cuando ella presiente que sólo faltan mis proteínas para formar la descendencia, comienza a devorarme; mientras, sigo cada vez con más placer. Termina su tarea mientras yo concluyo la mía. Ahora me doy cuenta de que ha olvidado devorar mi cabeza, la muy atolondrada. Por eso pienso ¡Por favor, volvé! Grito. Pero es tarde: va a prepararse para cenar y no me escucha. He leído en Wikipedia que nuestras cabezas duran mucho tiempo vivas separadas del abdomen. Espero estar equivocado.

Fotografía de John Brierley

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