PROMESA ROTA
Georges Bormand
Fue maravilloso oír aquellas voces, aunque no podíamos entender lo que decían. ¡Otra especie inteligente con la cual hablar, a unos pocos cientos de años luz de distancia!
Construimos a toda prisa una nave para enviar un equipo de contacto y estuvo lista en apenas diez años, con una celeridad casi lumínica. Llegarán en unos pocos cientos, apenas avejentados gracias a la paradoja relativista. Pero ya sabemos que no encontrarán a nadie: las voces han cesado; un cataclismo esterilizó el planeta al que habíamos bautizado Promesa; su temperatura media ha subido decenas de grados; ninguna criatura puede sobrevivir a eso. Nuestros exploradores no regresarán. Sólo podrán, si no se suicidan cuando vean que viajaron para nada, enviar informaciones sobre lo que ha ocurrido allá...
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