VEGETACIÓN
Ricardo Bernal
—Lo mejor de estos bosques es que por más que los tales, siempre volverán a crecer exuberantes —dijo el hombrecillo flaco y desgarbado. Continuamos caminando, el hombrecillo seguía mostrándonos coníferas eternas, helechos verdiazules, palmeras monstruosas como dinosaurios. Cuando llegamos a un claro, yo y mis hermanos árboles atrapamos al hombrecillo con nuestro follaje y cantamos hasta que se convirtió en árbol.
—Creo que quedan unos pocos hombres más en una villa cercana al río —dije yo.
—Vamos —contestó otro árbol.
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