SACERDOCIO
Jordi Cebrián
Odiaba el pecado y los placeres terrenales, pero como no creía en dios se hizo médico. En su templo, recitaba a los fieles letanías crípticas cuando ellos venían buscando ayuda para sus tribulaciones. Les culpabilizaba, y les hacía apartarse de aquello que les proporcionara placer: la buena comida, la embriaguez, el sexo... Renuncias en pago por promesas de vida eterna. Exigiéndoles que tuvieran fe, regía sus conductas y deseos. Quien no creía en él, quien desobedecía los mandatos sagrados, pagaba su justa penitencia: cinco meses sin dulces; punciones; y la introducción forzada de instrumentos diagnósticos por varios orificios del cuerpo.
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