EL VIAJERO
Carlos Feinstein
Se despertó confundido. Avanzó con miedo en la habitación. Una mirada lo sobresaltó. Era un espejo. La visión de sus propios ojos reflejados ya le resultaba ajena. Encontró lo que buscaba en el cuarto pequeño. Tomó el arma y apuntó al bebe que dormía plácidamente. Disparó. La sangre le salpicó la cara y la paradoja se construyó. Su cuerpo se desvaneció como si nunca hubiese existido.
No hay nada más desalmado y cruel que un viajero temporal suicida.
Sobre el autor: Carlos Feinstein
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