ESPÍRITUS
Eduardo Luis Feher
Aquella buena mujer estaba hastiada de buscar a su marido desaparecido hacía cuarenta años. Por ello se volvió espiritista. Había hablado con todos: Napoleón, Voltaire, Sócrates, Alejandro Magno, etc. Pero su marido no aparecía Y es que, propiamente, no se habían entendido nunca; doscientos años de matrimonio no habían sido suficientes.
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