viernes, 25 de julio de 2008

La cuestión de los dedos - Gonzalo Dávila


LA CUESTIÓN DE LOS DEDOS
Gonzalo Dávila

Había tantos dedos que nadie sabía qué hacer con ellos.
—Hagámonos ladrones —dijo Costantini—. Llenamos el lugar de huellas dactilares. ¿Quién se va a enterar que fuimos nosotros?
—Mejor hacer guiso —dijo Salemo—. Tengo una receta para chuparse los dedos. —Los miró; nadie había entendido el chiste.
—Es antropofagia —dijo Vidal, que no tenía hambre.
—No. —Olga siempre salía a defender a Salemo—. Son pedacitos sobrantes; no cuentan como antropofagia.
—Podríamos escribir un cuento colectivo de dedos —insistió Costantini, que no quería darse por vencido.
—Seguro que no funciona —objetó Vidal—. Nos pasamos veinte o treinta palabras, viene el profesor Sergio con el mutilador y terminamos marcando el teléfono con la nariz. —Tampoco se rió nadie. Y siguen pensando.

5 comentarios:

Salemo dijo...

Es cierto, no logro que se rían con mis chistes, inclusive he visto algunos gestos y ademanes raros cuando los hago en vivo.
Por suerte Olga me entiende y me defiende. Pero, ahora que me doy cuenta, tampoco se ríe.

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

Por ahí el problema no tiene nada que ver con los chistes. Por ahí el problema tiene que ver con los dedos.
(Digo yo, por hacerme el enigmático, nomás).

Sergio.

Francisco Costantini dijo...

Ja, y a mí nadie me hace caso (pero soy persistente...)

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

Creo que Gonzalo toca bastante de oído. Las caracterizaciones no me parecen justas, aunque eso al cuento no lo afecte. Por lo pronto, me parece, con Salemo le erró por varios años luz. Digamos que con Francisco y Olga le pegó en el travesaño y por ahí estuvo cerca con Guillermo. Pero es muy difícil construir personajes a partir de gente real sin conocerla.

Sergio.

Salemo dijo...

Gonzalo y los demás; el comentario del jefe es clarito: el se ríe con mis chistes. Yo que ustedes lo pensaría dos veces y trataría de hacer lo mismo.Y traten de que no parezca forzado.