TIEMPO PERDIDO
Nina Femat
Desde que recuerdo, he hecho todo lo posible para no perder el tiempo. Terminé la universidad a los cinco años, me casé a los siete, tuve hijos a los ocho y me divorcié a los doce. Ahora, con veinte años a cuestas, espero pacientemente en mi ataúd a que el tiempo pase. Moriré de vieja a los noventa.
Ilustración de Eduardo Naranjo.
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